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Historia de Guachín, capítulo 9

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Capítulo 9

En las buenas, y en las malas..

A dos días de la vuelta de aquel impensado viaje a Mar del Plata, don Cristobal tenía a Guachín listo para trabajar. Sin embargo, mi idea de probar suerte con otro laburo quedaría trunca por un motivo de fuerza mayor: la salud de Mary, mi madre, seguía desmejorando, al punto de tener que suspender las vacaciones y volver a Buenos Aires en ambulancia.. Entonces tuvimos que reorganizarnos: papá estaba todo el día con mamá en el hospital Francés, y yo lo cubría, en su negocio. Así siguieron las cosas durante dos meses en los que mi amigauto se portó más que bien. Ida al negocio y vuelta a casa todos los días.. y escapadas al hospital para ver a mamá, siempre que el tiempo acompañara.. hasta que nuestra historia escribió una de sus páginas más tristes: tras una operación de urgencia y dos días en terapia intensiva, mi madre fallecía a las 13:30 del 7 de abril de 1995. Extenderme sobre el inmenso dolor que sufrimos en esos momentos me llevaría un buen tiempo, y creo que escaparía a los fines de este relato. Para la historia, esos meses de lucha entre mi mamá y su destino final quedarán como un tiempo en el cual mi amigauto cargó conmigo todo el tiempo (Y algunas veces, tambien a mi viejo desde el hospital hasta el negocio) sin dar un sólo dolor de cabeza*, como acompañándonos en ese difícil momento..

La historia continuó su curso, y el dolor fue dando paso a la memoria. De común acuerdo decidimos que papá estuviera alejado del negocio un tiempo, pero llegó un punto -luego de casi dos meses- en el que llegué a la conclusión de que la ausencia de mi viejo en el negocio no nos estaba haciendo bien ni a él, ni a mí, ni a mis proyectos.. Así que si bien los ánimos aún no estaban a pleno, lo mejor iba a ser que cada uno siguiera con su vida sin interferir en la del otro (Cosa que evidentemente no se estaba dando). No fue cosa fácil acordar esto con don Adolfo, mi padre, que durante un buen tiempo sintió que lo estaba abandonando y -fiel a su estilo- lo hacía notar aún sin decir una palabra, pero el tiempo se encargaría de darme la razón en esta cuestión. 

Hasta entonces, aproveché para comprar algunas cosas más pensando en el trabajo con el auto (Un juego de apoyacabezas universal y bulones para los cinturones de seguridad), tuve que andar de vuelta por el taller de don Cristóbal (Esta vez, el bendix del arranque cantó el ´no va más´) y necesité a una gestora porque aún no recibía las patentes en mi domicilio. Los de la agencia, además de garcas, eran nabos para los papeles según parece.. porque estaba mal hecha la baja en rentas de la ciudad de Buenos Aires, y el alta en la provincia de Buenos Aires (Que como todo argentino debería saber, son distritos que se llaman igual pero en algunos aspectos son MUY distintos..). El chiste me costó $197.- (Totalmente evitables si los chantas de Malabia y Corrientes hubieran hecho las cosas bien de entrada) pero al menos de ahí en adelante quedé con la conciencia tranquila, al menos en el tema papeles de Guachín. J

Y mientras mi viejo y yo tratábamos de seguir adelante, cada uno en su proyecto y su vida, tuvo lugar una pequeña aventura con final poco feliz. Un fin de semana largo de mayo decidimos ir a Mar del Plata todos juntos, pero viajando separados. O sea, papá salió el sábado a la mañana, y a la tarde/noche salíamos Ruben, Valeria y yo luego de cerrar los negocios. Guachín se venía portando tan bien que durante el medio día de trabajo pensé que sería muy lindo viajar en él a Mardel.. Pero me daba un poco de miedo la posibilidad de sufrir algún percance en la ruta, así que decidí 'pisar' a mi Spider en alguna ruta próxima para ver si se la bancaba. Cerré el negocio, volvimos a casa y tras almorzar me puse a preparar el equipaje y las cosas para Guachín. Aún no tenía estéreo mi amigauto, entonces compré pilas para un radiograbador y salí de casa escuchando 'Toys in the attic' de Aerosmith, linda companía para viajar.. En 1995 las autopistas con postes SOS no eran cosa habitual, así que decidí recorrer el denominado Camino Negro, para desembocar en la ruta 4 (Camino de cintura) y ahí hacer una suerte de prueba de velocidad y endurance. Todo empezó bien pero duró poco.. en el tercer semáforo del camino y tras haber llegado a unos 90 Km/h el motor de Guachín se paró sin motivo aparente al quedar en punto muerto. Insistí sobre su llave de contacto y arrancó antes del verde.. pero con alguna dificultad. Volvió a pararse antes del próximo semáforo y como sucedió al poner punto muerto antes de llegar.. pude tirarme a la derecha un poco, por las dudas. Intenté arrancarlo de vuelta.. y ahí no pude. Probé y probé hasta temer por la carga de la batería.. mientras veía que el indicador de temperatura subía sin escalas hasta su zona roja. Bajé del auto y levanté el capot. Mis conocimientos de mecánica habían aumentado un poco en un año.. pero igual estaba como perro en cancha de bochas! Lo único que notaba de raro era que por la manguerita de venteo goteaba muy lentamente algo parecido -en color y consistencia- a la mezcla que se hace para preparar café batido.. y me ponía más intranquilo aún. Un chico de unos 10 años se acercó a nosotros, caminando desde una gomería cercana, y preguntó que había pasado. Tras mi breve relato y ver la extraña sustancia que manaba lentamente de la manguerita, a boca de jarro sentenció: 'Si arranca, ponele un máxima compresión y vendelo..' y volvió a la gomería, dejando mi cara como un 2 de oro.. La tarde se diluía en el horizonte y además de frío empecé a sentir una pizca de miedo. Tenía que volver.. Entré en mi Spider tras cerrar el capot y probé arrancar. Al tercer intento, el motor volvió a la vida.. pero su ritmo era errático y bajo. No me iba a quedar ni un minuto más allí, maniobré para retomar la senda inversa y emprendimos la retirada. Temí que el motor se plantara en alguno de los semáforos del camino, y puse el cebador para elevar el régimen del ralenti.. Guachín avanzaba penosamente por la derecha y los vehículos que nos iban superando hacían señas con las luces. Pensé que era por la baja velocidad a la que íbamos pero al ver un instante hacia atrás por el espejo, tuve la respuesta.. Era por el humo que salía de atrás!! Imaginen el cuadro en el retrovisor, la noche y las luces de los autos empañadas por la humareda, Guachín parecía un avioncito fumigador pero en tierra y luchando por llegar.. Pensé rápido que si me detenía, quizás no iba a poder continuar así que seguimos sin pausa en ese retorno que parecía interminable. Y así llegamos a la casa de mi abuela, dejando el sofocante rastro de nuestro paso en toda la cuadra y el garage. Entré a Guachín, que regulaba como un moribundo, y apagué el motor. Ojalá el humo hubiera desaparecido como el ruido, instantáneamente..! Cerré el portón y me dirigí a casa mirando al cielo, dando gracias a mi mamá y mi abuelo por poder llegar a lugar seguro, y presto a tomar un colectivo que me llevara hasta el negocio de mi hermano (El punto desde donde saldríamos a Mar del Plata). Y ahí, al final, me pude relajar, viajar tranquilo y disfrutar un poco ese fin de semana.. aunque por momentos me invadía la duda de qué le estaba pasando a Guachín, si sería costoso arreglarlo.. y si arrancaría de nuevo al volver a buscarlo.

 

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Ultima Actualización Domingo, 03 de Octubre de 2004