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Historia de Guachín, capítulo 8

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Capítulo 8

Inicio de un período de cambios

Año nuevo, vida nueva. Así dice un viejo refrán. Guachín lucía un 80030 en su odómetro, lo que daba un poco menos de cuatro mil kilómetros recorridos en 1994. 1995 estaba en pañales, y una idea empezó a germinar en mi cabecita poco afecta a trabajar detrás de un mostrador.. Tenía cierta experiencia con las computadoras, y había ido conociendo más el trabajo de varios de mis amigos de Fidonet. Edgardo, por ejemplo, hacía soporte técnico integral de computadoras (Reparación, redes, algo de programación). Seguramente se preguntarán qué tiene que ver todo esto con Guachín.. Ahí vamos: mi bernalés y robusto amigo trabajaba en el domicilio de sus clientes (Mayoritariamente, empresas y comercios) y pensé qué bueno sería poder laburar en algo que combinara dos cosas que me gustaban mucho: la informática y andar por todos lados con Guachín. Pero claro, no podía largar enseguida al negocio de mi viejo, y 'tirarme a la pileta'. Mi hermano Rubén que antes trabajaba con nosotros, estaba ya con local propio desde fines del '94 así que decidí esperar hasta cerrar por vacaciones.. y esas serían mis vacaciones: probar suerte con el trabajo que me gustaría hacer, junto a mi amigauto.

Hasta entonces, igualmente, pasaron varias cosas. Empecé solucionando el problema de carga de la batería, reemplazando el baqueteado dínamo por un flamante alternador de Fiat 600s. El electricista, que atendía los autos de mi familia y por ende -como ya les conté antes- no cobraba nada barato, recomendó ese cambio del cual quedé más que conforme pese a que no correspondía a un auto '100% original'. Pensé un momento en ese detalle, pero un factor importante me ayudó a decidir: si iba a trabajar con el auto, debía priorizar la confiabilidad de sus partes. Y el alternador era -indudablemente- la mejor opción en ese aspecto. Así que como 'regalo de Reyes' vino esa mejora, junto a una batería nueva (La segunda en menos de un año..) y un juego de cinturones de seguridad.

Otra cosa que había empezado a mañerear fue la temperatura del motor, y un leve humo que salía por una manguerita medio oculta que obviamente no era el caño de escape. Me lo hicieron notar Gerardo y Leo, mis compañeros de trabajo, porque mis conocimientos de mecánica habían aumentado pero no al punto de saber que ese humito era de aceite e indicaba un estado del motor no muy sano. En fin, esto último no parecía urgente de resolver, pero las 'calentadas' me empezaron a intranquilizar. Mi inexperta mente razonaba 'Qué mejor refrigerante que un par de cubitos?' y así traté de paliar el problema un domingo en el que quise ir a Bernal a visitar a Edgardo y Alejandra, poniéndole hielo al bidón de recuperación por 'prevención'. Los resultados, obviamente, fueron nulos.. pero fue lo único que podía hacer hasta el lunes, cuando decidí hacerle una muy necesaria limpieza a todo el circuito de refrigeración.

Todos estos gastos en Guachín tuvieron el aval de mi viejo, en un gesto tremendamente paradójico y que al día de hoy no he podido comprender.. Por un lado, don Adolfo me ayudaba en cada cuenta, pero no perdía oportunidad de quejarse una y otra vez por los importes, alegando que ese auto me daría más dolores de cabeza que satisfacciones y que iba a darme más gastos que un cero kilómetro. Eso, sumado a la irónica pregunta con la que me atenaceaba en cada diálogo sobre el tema ('Che, y si te comprás un auto?') me plantearon un desafío personal: demostrar que, en costo por kilómetro, mi amigauto iba a ser una opción igual o mejor a un 'cero ka eme' de similar nivel. Así que empecé a tomar nota de cada gasto, primero en una agenda y luego en una planilla de cálculo de la computadora. El tiempo sería un juez incorruptible del desafío..

La meta sería entonces hacer muchos kilómetros, gastando lo menos posible.. pero no empecé muy bien con el cumplimiento de esta premisa, porque a Guachín le faltaban tantos pequeños detalles que la plata se iba como agua.. Una nueva palanca de luces plástica tipo 600 para solucionar el problema de la bocina aún pendiente, un juego de cinturones de seguridad, una fusiblera impecable que hasta tenía los números de fusible en la tapita, un par de aros de ópticas delanteras para cambiar los de Guachín que tenían un agujero 'de más'.. Y ya que en la misma casa de repuestos tenían los aros de las ópticas traseras, los compré aunque en realidad no me hacían falta en ese momento.. Linda economía iba a hacer, si seguía comprando accesorios a ese ritmo!

No eran accesorios únicamente los que generaron gastos. Una pérdida de aceite apareció, y don Cristóbal diagnosticó un retén de bancada en mal estado.. así que dejé a Guachín para solucionar ese tema, y ver de paso qué solución podía tener el ya célebre 'trepidar'. Esto tuvo lugar cerca de un fin de semana, pero no iba a extrañar a mi amigauto porque me esperaba un viaje relámpago a Mar del Plata en el auto de mi hermano para encontrarme con mis viejos.. no por placer, fue una emergencia inesperada que por momentos transformó la emoción de mi primer viaje solito en ruta, en un cúmulo de pensamientos y dudas sobre la salud de mi mamá, que desde 1986 peleaba exitosamente contra el cáncer y en estas vacaciones había empezado a sufrir algunas dolencias a causa de esa larga lucha..

 

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Ultima Actualización Jueves, 09 de Septiembre de 2004