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Historia de Guachín, capítulo 3

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Capítulo 3

La dura caída a la realidad

Mi llegada a bordo del Spider a la casa de mi abuela fue todo un acontecimiento. Hubo felicitaciones aunque nadie sabía que quería comprarme un auto, ni nadie sabía lo que había comprado realmente.. Unas pizzas fueron el banquete de festejo mientras Sergio, marido de mi prima Ester, me hablaba sobre las bondades de la mecánica 600 y me recomendaba sacarle el rotor al distribuidor como medida de seguridad por si lo dejaba estacionado en la calle (Y yo le respondía "Sí, claro.." mientras me preguntaba qué cuernos era el rotor y el distribuidor). Incluso pensábamos guardar el Spider en un pequeño local al frente de la casa, devenido en garage, pero debimos dejarlo "durmiendo" en la vereda, ya que un Fiat 800 es más largo que un 600 en casi medio metro y el "Fitito" que Sergio había tenido alguna vez entraba justo.. pero al Spider le sobraba largo y ni podía cerrarse la cortina del local. Tampoco pude dejarlo en la casa de mi viejo, porque la pendiente del garage hacía que el feo y ruidoso caño de escape semideportivo que tenía tocara, y mal, en la calle. Tras ese recibimiento sencillo pero muy reconfortante llegó la hora de descansar.. y debo confesarles que esa noche fue una de las peores de mi vida, en serio. No sé por qué pero no podía pegar un ojo, daba vueltas y vueltas y el sueño no venía.. y no vayan a pensar que eran las ganas de ir a ver el Spider y empezar a hacerle cosas. Era el pensar una y otra vez cómo iría a reaccionar mi viejo cuando se enterara que al final hice lo que él no quería..

Al día siguiente me levanté mal dormido pero con ganas de ir a disfrutar del día (Soleado con algunas nubes) en mi "flamante" Spider.. incluso encontré a Sergio muy contento limpiándole los vidrios (Franela y spray a gatillo mediante). Todo parecía presagiar un día de película pero el inicio fue algo desalentador.. EL SPIDER NO ARRANCABA. Que revisar esto, revisar lo otro, Sergio diagnosticó batería el mal estado y yo, como nuevo dueño de su primer auto usado, no sabía ni dónde estaba parado.. Al final vino un muchacho más y empujando, lo    hicimos arrancar. Andar un par de cuadras me hizo casi olvidar ese percance, pero ya tenía presente que debía reclamar por la batería en la agencia (Sí, sí, eso pensaba yo.. ¿no me creen?). Casi todos los domingos pintaba el almuerzo familiar, pero como ese domingo mis viejos estaban aún en Mar del Plata, la visita de rutina era al departamento de mi hermano, por la zona de Caballito. Así llegué a Formosa y avenida J. M. Moreno, lugar donde estacioné mi auto. El almuerzo pasó sin citar el tema, ya que yo quería sorprenderlos a la hora de irme.. pero el sorprendido fui yo al momento de hacer arrancar de nuevo al convertible rojo que en teoría era mi "carta ganadora". De repente, mil y una cosas afloraron en mi mente y golpearon mi pecho, liberando algo que guardaba desde el mismo momento de la compra del Spider: ganas de llorar. Por la decepción de haber comprado ESE auto, por lo que me esperaba para cuando mis padres volvieran de vacaciones, por lo que veía que podía pasar el viernes de la ansiada reunión.. Ruben y Valeria habían quedado en su casa tomando mate, totalmente ajenos a la tragedia interna que estaba sufriendo. Quizás fue por eso que mi hermano se sorprendió en forma mayúscula cuando toqué el portero eléctrico y entre sollozos le pedí que saliera porque necesitaba ayuda.. Ahí conoció el Spider y al ver que el motor ni amagaba con arrancar, y que yo estaba arrepentido de la infortunada compra, me tranquilizó y nos pusimos de acuerdo en ir volando a la agencia para tratar de revertir la operación, si podíamos hacer arrancar el auto. 

Fue ahí, mientras empujábamos a mi pequeña frustración motorizada, que se acercó un muchacho dispuesto a ayudar.. pero no era un eventual transeúnte que se compadecía de dos personas en su esfuerzo, era otro dueño de un Fiat 800 Spider que orondamente se presentó. Se llamaba Hector, y en ese momento ni imaginé lo que el futuro nos depararía a los dos.. De todas formas, en ese momento, yo estaba completamente sin ganas de iniciar trato con otro dueño del mismo auto, es más, mientras Hector me contaba que "tenía un club de esos autos" e insistía en darme su número de teléfono, yo contestaba con frases de una sola palabra y me preguntaba para mis adentros cuándo arrancaría de nuevo el 800 para seguir viaje y sacarme de encima al amable pero inoportuno "colega". Tras empujar entre los tres y lograr que el motor volviera a girar, nos despedimos y su número de teléfono quedó en cualquier lado menos en mi cabeza turbada..

El tiempo había cambiado otra vez y presagiaba lluvia mientras yo iba en mi 800, con la esperanza de poder devolverlo, y mi hermano en su 505. Sin embargo, el ímpetu conjunto chocó de frente con el mismísimo garca que se había encargado de venderme aquel autito, y afloró una miríada de excusas mediocres y tartamudeantes.. "No, la plata que dejaste ya la pasé para otra cosa".. "Y, qué querés por un auto con 30 años en la calle".. "Una vez que se hacen los papeles, no hay vuelta atrás".. y otras más. Después de mucho renegar, lo máximo que pudimos lograr fue que le pusieran la batería de otro auto para solucionar el problema de arranque y volvimos a nuestras casas.. En el camino, como una burla del destino, la escobilla limpiaparabrisas del lado conductor se trabó y saltó de su lugar, dejándome otra vez bajo la lluvia que se había desatado poco antes de emprender la vuelta, y ya sin importarme si alguien me veía mientras lamentaba otra vez más la compra que había hecho.. y lo que me esperaba de ahí en más.

El lunes siguiente, otra vez amaneció radiante.. pero otra "pálida" me esperaba al ir a poner el Spider en marcha: Sergio, mi primo político, me comentaba en confianza "Che, este auto tiene los zócalos picados y puede que algo más también.. yo te recomendaría devolverlo, si podés".. y yo ya no quería llorar más, ni molestarme en ir a la agencia a tratar de volver atrás todo, así que su consejo  me entró por un oído y salió por el otro.. pero fue premonitorio de otras cosas que fueron "saltando": (Por ejemplo el velocímetro no andaba desde que lo saqué de la agencia). Además del miedo a qué iba a encontrar de malo, se sumaba mi inexperiencia total en el mundo tuerca. Sergio me mostraba los zócalos y yo recién ahí me enteraba que esa parte de los autos se llamaba así. Y tal grado de ignorancia me hizo cometer la metida de pata más grande que recuerde (Luego de la compra de ese 800, claro..). Al día siguiente, martes, partí a la mañana rumbo a la agencia nuevamente.. para que LE PONGAN DE VUELTA LA BATERIA "ORIGINAL". Tal como lo leen.. ¡El vendedor no lo podía creer! (Y ahora viendo hacia atrás, yo tampoco..) pero insistí en el reclamo hasta que conseguí que le colocaran de vuelta la batería "original" y salí de ahí un poco contento, porque pensaba que al menos en eso, les había ganado.. tras escuchar más de una vez una frase que por repetida quedó grabada en mi mente: "NO ME JODAS MAS". 

Una casa de escapes de la zona había colocado ese silenciador que tan mal me caía, y allí me dirigí para que le VOLVIERAN A PONER EL ORIGINAL (Notan que seguía dando cátedra de ignorancia tuerca.. ¿no?). El muchacho que me atendió recordaba al 800, pero se sorprendió mayúsculamente por mi pedido (No era para menos). Me explicó que el silenciador que tenía el auto cuando lo llevaron no era el original, y encima estaba en tan mal estado que fueron los ratas de la agencia los que tuvieron que cambiarlo en lugar de "emparcharlo para vender" (Bien que les habrá dolido, pensé).. De todas formas le expliqué mi problema con la subida del garage de la casa de mi viejo, y un poco de calor de soldadora autógena estratégicamente localizado junto a una madera cumplieron con la misión. A decir verdad, me fuí más contento de ese taller que de la agencia, porque en ningún momento sentí que me estuvieran estafando.. (O garcando, llamemos a las cosas por su nombre..)

Lo del escape era dentro de todo aceptable.. pero mi "genialidad" de ponerle al auto su batería "original" tuvo su lógica consecuencia. Tras volver y almorzar en un restaurante de las cercanías, el Spider volvió a negarse a arrancar.. esta vez, bajo un chaparrón repentino. Lo primero que pensé fue empujarlo y volver a la agencia, pero mi hermano (que estaba almorzando cuando yo llegué) se encargó de dos cosas: primero de aclararme que la macana me la había mandado yo (Por lo que en la agencia iban a reírse de lo lindo en mi propia cara) y segundo de remolcarme hasta una casa de baterías del barrio, donde el 800 quedó con batería nueva, gracias a la situación económica en ese año (1994, les recuerdo) que era mucho mejor que la presente y permitía algún gasto "de emergencia" sin tanto dolor. De hecho, en los tiempos que siguieron pude aprovechar cierta facilidad derivada del trabajo (En pocas palabras: yo trabajaba sin sueldo pero mi señor padre siempre dijo que si necesitaba algo, no tenía más que abrir la caja.. y eso fue lo que hice, al menos hasta que él volvió de sus vacaciones..).

 

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Ultima Actualización Jueves, 09 de Septiembre de 2004