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Capítulo
2 La
compra
Don
Adolfo, mi padre, escuchó hasta el final mi idea, mis alabanzas a
aquel autito y el pedido del dinero que me faltaba para comprarlo..
mientras esto ocurría, la expresión de su rostro sufría un giro
de 180 grados.. una vez terminado mi verborrágico alegato, cargado
de optimismo, su respuesta fue tan corta como cortante..
"Mirá, pibe, estamos de vacaciones y no voy a permitir que con
eso las arruines, así que terminala por favor.".
Ni más ni menos que eso. Y sólo silencio hubo en el resto del viaje
hasta el departamento.. De
esas vacaciones volví, como es previsible, con una calentura
terrible y antes de tiempo.. ni me gasté en seguir debatiendo el tema porque sabía
que era en vano. Pero al hecho de tener ganas de comprar un Fiat 800
Spider se le había sumado algo mucho más personal, algo que no sé
definir bien pero sería algo así como sed de venganza, ganas de
comprar un auto sólo para demostrar que al fin y al cabo era MI
decisión y MI dinero.. así que apenas vuelto a Buenos Aires mi
meta fue conseguir un Fiat 800 Spider en el mejor estado posible,
por el dinero que tenía.
Pero
la búsqueda no iba a ser sencilla (Cualquiera que tenga un Spider o
ande con ganas de comprarlo lo sabe bien).. No tenía más recursos
que el diario y el tiempo libre, que no abundaba pero podía
"fabricarse".. y algo aparecía en venta pero o era muy
caro, o no me conformaba. Lo más accesible fue uno blanco a
$1500.-, que no tenía capota (Ni el armazón siquiera..), tenía
el casco y la mecánica en pésimo estado, y hasta tenía como tapa
de tanque de nafta a un bollo de trapos.. y lo mejorcito
fue otro blanco, por la zona de Quilmes, con el torpedo recubierto
en contact tipo madera, que estaba mucho mejor que el otro
pero era caro comparando lo mal que cerraban las puertas, ese
recubrimiento del torpedo que el vendedor consideraba original de
edición limitada (!) y muchos otros detalles que no me cerraban. En
verdad ninguno se parecía al Spider de Mar del Plata, que
curiosamente también era blanco.. pero era perfecto a mis ojos.
Cabe destacar que mi búsqueda la estaba haciendo completamente solo..
y el hecho de no contar con
alguien que me ayudara jugó muy en contra, porque yo de mecánica, papeles, chapa y otras tantas cosas que deben revisarse antes de comprar, no tenía ni idea.. Seguía escribiendo mensajes a los tuercas de
Fidonet y justo por esas fechas se estaba organizando una reunión "para vernos las caras".. y ahí fue cuando todo empezó a precipitarse.
Las ganas de aparecer en esa reunión con un convertible empezaron a martillar
mi
cabeza. Encima las chicas solían escasear en la red Fido y yo tenía medio convencida a una compañera de trabajo para que me acompañara.. Ir a la reunión acompañado de una chica bonita y en un auto convertible muy copado era equivalente a dejar a todo el mundo con la boca abierta.. y
yo tenía atravesada esa idea desde hace más de cinco años, así
que ya no importaba si el Spider era igualito al del manual, o si
tenía algún detalle que no me convenciera.. tenía que conseguir
uno como fuera.
En los clasificados apareció uno en venta
a $3500.- en una agencia sita en Malabia 455, Buenos Aires, que
gracias a Dios ya no existe más.. (Ya sabrán por qué, aunque creo
que lo están imaginando). Fuí volando a verlo, pero ya lo habían
vendido.. esto a unos diez días de la fecha en que lo necesitaba
sí o sí. Consulté al vendedor y me respondió que apenas tenían
un auto así en venta, siempre salía por los clasificados así que
la clave era seguir el diario.. Volví decepcionado por no poder ver
aunque sea ese Spider que había sido vendido tan pronto.. pero
curiosamente, el viernes de esa misma semana apareció el aviso de
otro Spider en esa misma agencia. Otra vez fuí volando y pude ver
finalmente un Spider.. que se veía bueno, de un lindo color entre
rojo y caramelo, pero tan distinto al del manual (Nótese la
horrible defensa y los paragolpes) que pese a la
calentura que tenía por comprar el primero que se me cruzara, pisé
el freno a fondo. Encima pedían $4500.-, mil más que por el otro..
lo ví bien poco porque recién ese viernes lo habían traído y
estaba en el depósito de la agencia junto con muchos otros autos,
pero quedé en volver para verlo bien.. para la reunión ansiada
faltaba sólo una semana y la idea de tener el auto un par de días
antes para conocerlo no hacía más que empujarme a esa agencia y a
ese auto.. y eso pasó al día siguiente, un lluvioso sábado 19 de marzo de
1994.
El
Spider estaba justo al frente, mucho más presentable pero aún
inspirándome una ligera mezcla de miedo y desconfianza que me
dejaba estático, mirándolo desde varios puntos sin decir una
palabra.. finalmente el vendedor, que había estado veinte minutos
en otro lado "para dejarme ver el auto tranquilo" volvió
y con una sonrisa algo irónica me dijo "¿Y? ¿Lo vas a
comprar al final? ¿O lo vas a ver toda la tarde?" a lo que
repuse que sólo tenía $3000.- de los 4500 que pedían. "No
hay problema, traelos y vemos.." me respondió, y salí
entonces de la agencia. No volví a buscar el dinero, ya lo tenía
encima.. lo que realmente quería era ir a tomar un café y meditar. A tres mil
pesos ese auto me parecía un negocio mejor, pero igual había algo
que me impedía tomar la decisión definitiva. Quizás era el pensar
en lo que me esperaba si mi viejo se enteraba que había comprado un
auto, quizás era la sospecha de que mil quinientos pesos de rebaja
eran más un enganche que un descuento real, quizás era lo distinto
que se veía el auto de la agencia al del manual original (Que
llevaba en mi mochila).
Volví
a la agencia y ahí fue donde el vendedor (Del cual lamentablemente
no recuerdo el nombre) cambió completamente de actitud. Con dos
millones de palabras y argumentos, algunos realmente ridículos
("No sabés, este autito TENÍA un estéreo de trescientos
dólares, es una joya.."), consiguió de a poco concretar su
real intención (Venderme el auto sin siquiera sacarlo a dar una
vuelta). Piensen lo que quieran de mí, pero lo cierto es que
cafecito va, masita viene, firmamos todos los papeles -pese a mi
pedido de rebaja- por un precio final de 3000 pesos contra entrega,
y seis documentos (Pagarés) de 250.. ¡SÍ! El precio que pedían
pero con "facilidades" que me metían en algo hasta
entonces desconocido en mi corta vida: una deuda. Consumado el
hecho, el mismo crápula que me hizo firmar los documentos me
"invitó" a dar una vueltita en el auto (No sé por qué
me invitaba si ya era mío en teoría..). ¡Lo que fue esa vuelta
por el empedrado! Primero el vendedor, que manejaba, me recomendó:
"Ojo con la primera, que trepida.. hay que arrancar
despacio". ¿Trepidar? ¿Qué cuernos era eso? El auto salió
dócilmente, pero la segunda no entró en el primer intento, y
salió de su boca la segunda recomendación: "Los cambios
hay que hacerlos con fuerza, acordate que este es un auto
deportivo".. y los ruiditos de la carrocería hacían coro a
esas palabras que en ese momento me sonaban a sabios consejos pero
eran, como todos ustedes sabrán porque están leyendo esto con la
cabeza fría, simples y vulgares pavadas que tenían como motivo
ocultar cosas malas del auto. Y hasta se contradecían (¿En primera
hay que arrancar despacio pero los cambios hay que hacerlos con
fuerza?). La verdad es que si hubiera dado esa vuelta antes, no
hubiera comprado ese Spider aunque estuviera a pata en la reunión
de la semana siguiente. Pero ya era tarde para reprocharme, y más
tarde aún para volver atrás la operación. Así que hice lo que
consideré mejor con mi aturdida mente: dejé al vendedor en la
agencia, le bajamos la capota porque ya no llovía y traté de
manejarlo yo, que en definitiva era lo que quería.
Ahí
fue cuando entendí el significado de la palabra
"trepidar".. Según cómo se saliera en primera, el auto
tenía algo que hacía "temblar" a toda la carrocería, y
era bastante intranquilizante. "¡Ahí trepida! ¿Ves? Hay que
sacarlo despacio.." fueron palabras del vendedor, algo
nervioso ya por la expresión de mi cara. En fin, me dije, salgamos de
aquí de una vez.. y agarré por la avenida Corrientes, que en esa
zona no tiene tanto tráfico como en el centro pero estaba llena de
autos y en ese entonces era empedrada. Con la capota baja los ruidos
interiores no se sentían tanto y el
viento de la noche fresca, que se iba despejando de a poco, me daba
en la cara y empezaba a hacerme olvidar la traumática ceremonia de
compra.. hasta el
primer semáforo, donde casi frené en el baúl de un vetusto Dodge
1500 al que no le andaban las luces de stop. Había descubierto que
los frenos del Fiat 800 Spider andaban aceptablemente bien pero eran muy distintos
a los de vehículos más nuevos (Como el Falcon de mi viejo o el 505
de mi hermano) que frenaban al toque.. por tener servofreno. Confié
en que el Spider frenaría de la misma forma y cierta parte de mi
cuerpo se frunció cuando tuve que bombear el pedal para detener el
auto.. En fin, volví a decirme, ahora ya sé cómo frenar.. y
seguí viaje. En el camino a casa de mi abuela, un grupo de chicos de mi edad
a bordo de un
taxi me arrancaron la primer sonrisa, gracias a un "¡Qué
hacés, super agente 86!" que me cambió la cara.
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